Cuando en una comunidad se unen las potencialidades
con una visión de futuro sostenible se puede aspirar a lograr grandes cosas.
Por: Víctor Aubert Rothgiesser (*)
Muchas veces la
gestión social de las comunidades, relacionadas con un proyecto u operación, se
inician tiempo después de que se inició el relacionamiento real; y
habitualmente cuando se llega a situaciones de potencial coacción por alguna de
las partes, cuando es necesario “negociar”. Y muchas veces, también, al llegar
a este punto, ya se crearon problemas de confianza y credibilidad entre las
partes, los cuales complican mucho el relacionamiento empresa – comunidad e
influyen negativamente en el desarrollo de la convivencia.
Para evitar los
problemas de confianza y credibilidad, y para buscar un compromiso entre las
partes, se está utilizando hoy el concepto de “desarrollo preventivo”, que ha
sido definido por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD)
como “una estrategia para transformar los conflictos vinculados al uso de
recursos naturales en oportunidades para el desarrollo mediante el impulso de
herramientas que contribuirán al fortalecimiento de las capacidades de las
instituciones, actores y aliados participantes. Este enfoque comprende al
territorio como el escenario para el desarrollo, donde viven personas que
comparten historia, cultura, aspiraciones socio-políticas, un ambiente con
recursos naturales y ecosistemas, medios productivos, económicos y de infraestructura
que requieren ser encadenados para potenciar su desarrollo, constituyéndose en
una mirada integral que conjuga todas esas variables”.
En un escenario
de “desarrollo preventivo”, la empresa inicia sus labores de gestión social en
paralelo con el inicio del proyecto, con el enfoque de apalancar las
potencialidades de la comunidad de forma colaborativa. Esta interacción inicial
sumada al desarrollo y puesta en marcha de planes conjuntos entre comunidad y
empresa permiten crear lazos de confianza y credibilidad mutua, ayudando
también a la construcción de canales de comunicación efectiva, eficiente y
económica entre las partes. En este entorno, es altamente probable que se
consiga un ambiente positivo de convivencia que se mantenga estable durante el
desarrollo de la operación de la empresa, que los conflictos entre las partes
se minimicen y que la solución a los mismos se simplifique mucho.
Con el enfoque
de “desarrollo preventivo” ganan todos: la empresa, que puede operar en un
ambiente de convivencia positiva; que puede desarrollar canales de comunicación
directos y relevantes; y que puede obtener una mayor rentabilidad social de sus
inversiones en responsabilidad social. Las comunidades, que consiguen una
mejora real en sus condiciones de vida (gracias a la inversión en el desarrollo
de sus capacidades); que pueden percibir directamente, y desde un inicio,
beneficios relevantes en sus localidades; y que pueden convivir con una
operación extractiva en una situación confianza. Y, las autoridades, que pueden contar con
socios estratégicos para impulsar el verdadero desarrollo de sus localidades,
con una visión conjunta y en entornos de paz y compromiso social.
Efectivamente poco a poco este concepto está tomando fuerza en nuestro país y las empresas están tomando conciencia que invertir en Responsabilidad Social no es un gasto sino una gran inversión donde todas las partes involucradas ganan.
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