viernes, 20 de septiembre de 2013

La ventaja del buen vecino




Cuando se planea iniciar un proyecto que de alguna forma afectará el desenvolvimiento habitual de un grupo de personas, se suele planificar de forma detallada todo (equipo de trabajo, proveedores, diseños, plan operativo, plan financiero, etc.), excepto la relación con aquellas personas que se tendrá como vecinos en el nuevo desarrollo.

Los vecinos podrían no parecer importantes porque se piensa que finalmente serán beneficiados por el proyecto, y se deja la planificación de la relación con ellos para el final o, inclusive, para cuando inicien las obras… total, “antes de empezar aún no hay relación con ellos”.

Pero habitualmente sucede que antes de empezar el proyecto, el equipo de trabajo visita la zona, donde “todos se conocen”, empezándose a generar comentarios entre los vecinos, tejiendose especulaciones (positivas y negativas). Y cuando surgen consultas, ya sea de los bodegueros, dirigentes o vecinos en general, las respuestas que dan los miembros del equipo de trabajo (entre quienes suele haber ingenieros), suelen ser intimidantes, poco claras, e inclusive muchas veces secas y cortantes.

La reacción habitual de los vecinos suele ser de temor, ante la poca claridad que tienen respecto a lo que ocurrirá en su zona, la cual podría no haber sufrido mayores cambios en los últimos años, excepto aquellos generados por el empuje de la población. Esto abre las puertas a que cuando reciban la comunicación formal sobre el desarrollo del proyecto, sean un grupo de vecinos suspicaces, dado que en su subconsciente ya se grabaron emociones negativas hacia un proyecto que aún no conocen.

Si se desea empezar el proyecto con relaciones vecinales saludables es conveniente desarrollar e implementar un plan de comunicación antes de poner un pie en la cuadra.

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