Fotografía: Julie Baudin
Por: Guillermo Román-Flóres (*)
El fervor es aquello que nos empuja a vivir una experiencia única cuando se trata de agradecer, rendir tributo y buscar esa esencia tanto espiritual como de identidad que nos hace lo que somos. No es un tema del que pretendamos teorizar ni mucho menos describir, sólo queremos interpretar las imágenes que estas últimas ediciones del Corpus Christy y el Inti Raymi nos dejaron. Y es que aunque no exista una relación “formal” entre una y otra celebración quienes estudian el origen de estas fiestas saben que la una es el inicio de la otra desde tiempos de los incas y es que es de ellos que recogemos nuestra ritualidad y dedicación en este tiempo para celebrar.
José Huaman es
un documentalista enamorado de los ritos y las fiestas del Perú, no en vano
dedicó tres años de su vida a formar parte del proyecto documental que devino
en dos elaboradas y completas publicaciones “El calendario de fiestas del Perú”
y “Perú en tiempos de fiesta”. Al consultarle sobre el tema del fervor me dijo
que es imposible entender la esencia del Perú sin el profundo arraigo que
tenemos de nuestra religiosidad. “Si bien la forma de vivir esta religiosidad
fue asumida y adaptada por la
evangelización colonial, esta tiene su raíz inicial en los mitos y ritos del
Perú antiguo. Los hombres andinos desde que se levantan por la mañana tienen
una conexión con sus dioses, son agradecidos y están en un diálogo constante
con ellos, los hechos de la naturaleza son mensajes codificados que nosotros
los peruanos sabemos leer a la perfección y es así como nacen los cimientos del
fervor actualmente.
Las fiestas al
ser organizadas por mayordomos o carguyoc ejemplifican un rasgo distintivo de
la organización social andina, la de la reciprocidad en la búsqueda de la
pertenencia al grupo y la legitimidad o reconocimiento en el seno de una
comunidad. Uno se luce y hace sacrificios para poder celebrar en comunión con
sus vecinos y ese es un emblema que ha trascendido a lo largo del tiempo. De
esta forma se crean las identidades para el colectivo social concluye Huamán.
Las nuevas
generaciones actualmente han abrazado con el mismo fervor y devoción el encargo
de estas fiestas, danzarines en todas las esquinas esperando la fiesta del sol
nos recuerdan que somos un pueblo que baila, que expresa con música y movimiento
lo que el espíritu colectivo agradece. Es una muestra tangible de que nuestras
tradiciones están más vivas que nunca, pero algo ha empezado a cambiar.
Las redes
sociales nos han permitido en cuestión de segundos estar conectados con la
sensibilidad de nuestros amigos, familiares y vecinos y con todos ellos en
tiempo real y sin las distancias de la lejanía física. También podemos ver y
oír lo que piensan y sienten en este continuo devenir de las fiestas. Y algo
que hemos podido percibir en los últimos tiempos es un respeto por volver a la
esencia religiosa, al respeto del culto y de las formas espirituales, antes que
el desenfreno de una fiesta pagana que está basada en el alcohol. Y eso es
digno de destacar.
Otro aspecto que
vemos con agrado es el de no dejar que estas auténticas expresiones de nuestra
identidad se comercialicen. No tengo nada en contra de las empresas que
apuestan por organizar y ser parte de las fiestas como una forma de agradecer
por sus logros empresariales, pero buscar un rédito publicitario o de
exposición de marca en medio de los ritos religiosos cómo hemos podido observar
a través de la redes sociales en la fiesta de la Virgen del Carmen en
Paucartambo es creo una mala estrategia. No creo que a la larga genere la
recordación necesaria. Todo lo contrario, el público siente un aprovechamiento
descarado y casi sacrílego en muchas de las expresiones que hemos podido
recoger, y esto debería llamar profundamente a la reflexión a quienes están
detrás de estas iniciativas.
El fervor obtiene nuevas formas que se reinventan y nos dejan ver claramente como el paso del tiempo genera nuestra identidad, aquella que recogimos de nuestros padres como legado y aquella que nosotros venimos construyendo en la interpretación del sentido espiritual de las nuevas generaciones. Paradójicamente custodiamos con fe un legado ancestral pero lo reacomodamos a las sensibilidades de estos tiempos nuevos.
(*) Director Ejecutivo de Taller Creativo Consultores. Artículo publicado en la edición 51 de la revista Cusco Social
En la foto: es la custodia de la catedral del Cusco, no?
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