lunes, 14 de septiembre de 2015

FERVOR, el espíritu de nuestras fiestas


Fotografía: Julie Baudin

Por: Guillermo Román-Flóres (*)

El fervor es aquello que nos empuja a vivir una experiencia única cuando se trata de agradecer, rendir tributo y buscar esa esencia tanto espiritual como de identidad que nos hace lo que somos. No es un tema del que pretendamos teorizar ni mucho menos describir, sólo queremos interpretar las imágenes que estas últimas ediciones del Corpus Christy y el Inti Raymi nos dejaron. Y es que aunque no exista una relación “formal” entre una y otra celebración quienes estudian el origen de estas fiestas saben que la una es el inicio de la otra desde tiempos de los incas y es que es de ellos que recogemos nuestra ritualidad y dedicación en este tiempo para celebrar.

José Huaman es un documentalista enamorado de los ritos y las fiestas del Perú, no en vano dedicó tres años de su vida a formar parte del proyecto documental que devino en dos elaboradas y completas publicaciones “El calendario de fiestas del Perú” y “Perú en tiempos de fiesta”. Al consultarle sobre el tema del fervor me dijo que es imposible entender la esencia del Perú sin el profundo arraigo que tenemos de nuestra religiosidad. “Si bien la forma de vivir esta religiosidad fue asumida  y adaptada por la evangelización colonial, esta tiene su raíz inicial en los mitos y ritos del Perú antiguo. Los hombres andinos desde que se levantan por la mañana tienen una conexión con sus dioses, son agradecidos y están en un diálogo constante con ellos, los hechos de la naturaleza son mensajes codificados que nosotros los peruanos sabemos leer a la perfección y es así como nacen los cimientos del fervor actualmente.

Las fiestas al ser organizadas por mayordomos o carguyoc ejemplifican un rasgo distintivo de la organización social andina, la de la reciprocidad en la búsqueda de la pertenencia al grupo y la legitimidad o reconocimiento en el seno de una comunidad. Uno se luce y hace sacrificios para poder celebrar en comunión con sus vecinos y ese es un emblema que ha trascendido a lo largo del tiempo. De esta forma se crean las identidades para el colectivo social concluye Huamán.

Las nuevas generaciones actualmente han abrazado con el mismo fervor y devoción el encargo de estas fiestas, danzarines en todas las esquinas esperando la fiesta del sol nos recuerdan que somos un pueblo que baila, que expresa con música y movimiento lo que el espíritu colectivo agradece. Es una muestra tangible de que nuestras tradiciones están más vivas que nunca, pero algo ha empezado a cambiar.

Las redes sociales nos han permitido en cuestión de segundos estar conectados con la sensibilidad de nuestros amigos, familiares y vecinos y con todos ellos en tiempo real y sin las distancias de la lejanía física. También podemos ver y oír lo que piensan y sienten en este continuo devenir de las fiestas. Y algo que hemos podido percibir en los últimos tiempos es un respeto por volver a la esencia religiosa, al respeto del culto y de las formas espirituales, antes que el desenfreno de una fiesta pagana que está basada en el alcohol. Y eso es digno de destacar.

Otro aspecto que vemos con agrado es el de no dejar que estas auténticas expresiones de nuestra identidad se comercialicen. No tengo nada en contra de las empresas que apuestan por organizar y ser parte de las fiestas como una forma de agradecer por sus logros empresariales, pero buscar un rédito publicitario o de exposición de marca en medio de los ritos religiosos cómo hemos podido observar a través de la redes sociales en la fiesta de la Virgen del Carmen en Paucartambo es creo una mala estrategia. No creo que a la larga genere la recordación necesaria. Todo lo contrario, el público siente un aprovechamiento descarado y casi sacrílego en muchas de las expresiones que hemos podido recoger, y esto debería llamar profundamente a la reflexión a quienes están detrás de estas iniciativas.

El fervor obtiene nuevas formas que se reinventan y nos dejan ver claramente como el paso del tiempo genera nuestra identidad, aquella que recogimos de nuestros padres como legado y aquella que nosotros venimos construyendo en la interpretación del sentido espiritual de las nuevas generaciones. Paradójicamente  custodiamos con fe un legado ancestral pero lo reacomodamos a las sensibilidades de estos tiempos nuevos.


(*) Director Ejecutivo de Taller Creativo Consultores. Artículo publicado en la edición 51 de la revista Cusco Social

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